Al expandirse el tren desde Nueva Imperial a la costa, se crea la Estación Ferroviaria Ranquilco, ubicada en el sector del mismo nombre.

La estación está compuesta por un corredor perimetral, el espacio público más significativo, el de la espera, propiciando un intercambio entre los distintos sujetos, una experiencia vivida que en el presente se comprende como lugar de trayectorias vida, de obreros, de públicos, de niños, de estudiantes, de personas de origen indígena, de parejas, etc. de variadas categorías sociales de personas y grupos que vivenciaron el lugar.

El valor arquitectónico de este edificio radica en que, aunque la estaciones de trenes de La Araucanía son infinitamente mas pequeñas que las europeas, es la expresión de un edificio de máxima jerarquía, junto a la Iglesia y a la Municipalidad. Esto la hace distinguible y la transforma en una nueva referencia ciudadana. Por último la estación es entendida como una nueva puerta de la ciudad y su nueva puerta es ahora la más importante.

Respecto del valor histórico, podemos decir que está dado por el hecho de que la estación formó parte importante del ramal Temuco-Carahue en 1909 con 56 kms de extensión. Los convoyes se detenían en las estaciones de Labranza, Boroa, Nueva Imperial, Ranquilco, para finalizar el viaje en Carahue, situación que terminó de manera drástica con el terremoto de 1960.  La estación brindó un servicio a la población rural del territorio durante decena de años.